Ir al contenido principal

LOS CASTRO CON CUALQUIER OTRO APELLIDO



Aunque muchos observadores occidentales ya están mostrando optimismo por el retiro parcial de Raúl Castro y el ascenso a la presidencia del anteriormente desconocido Miguel Díaz Canel, lo que acaba de ocurrir en Cuba no es un cambio de régimen. De hecho, por el momento, parece que muy poco cambiará en esa nación insular, incluida la severa restricción de los derechos humanos y civiles con la que los cubanos han vivido durante las últimas seis décadas.
Miguel Díaz Canel
Si bien es cierto que Díaz Canel es la primera persona en casi 60 años en hacerse cargo del país que no sea ni Fidel ni Raúl Castro, fue cuidadosamente elegido por Raúl para asegurar la continuación de la dinastía Castro que se encuentra instalada en el poder desde el final de la Revolución Cubana en 1959. Él ha ganado el favor de Castro al evitar la búsqueda de poder personal y al adherir a las principales líneas políticas y económicas del régimen desde su puesto más reciente como primer vicepresidente del país, después de largos años como exponente de base y encargado de hacer cumplir las reglas del régimen.
A los 58 años de edad, Díaz Canel, parece una "cara nueva y fresca" en comparación con los perennes geriátricos Castro quienes han dirigido el país hasta ahora. Sin embargo, tras el acercamiento con EEUU durante la era Obama —cuando el nuevo líder sugirió que Cuba necesitaba tomar un enfoque más abierto en sus asuntos económicos— si, por su cuenta, tuviera la tentación de llevar a Cuba en una dirección completamente nueva, no le sería fácil. A pesar de que Raúl Castro tiene casi 87 años —su hermano Fidel, el líder icónico de la Revolución Cubana murió, a los 90 años, en 2016— ha dejado en claro que solo se está retirando a medias. Observadores dicen que él mantendrá el control, detrás de bambalinas, tanto de la inteligencia del Estado como del Ejército (que a su vez controlan prácticamente todo en las islas cubanas). También continuará ocupando el puesto de Primer Secretario de la única organización política permitida en Cuba, el Partido Comunista.
Tampoco es como si la influencia de los Castro terminara con la muerte o incapacitación de Raúl. Su hijo de 52 años, el coronel Alejandro Castro Espín, por ejemplo, trabaja desde el Ministerio del Interior y se cree que dirige las operaciones cotidianas generales de los servicios de inteligencia omnipresentes de Cuba, pese a su doctorado en relaciones internacionales. Y él no es el único Castro de la generación más joven con el que Díaz Canel podría tener que lidiar. Entre otros, está la hija de Raúl Castro, Mariela, quien es una política cubana, y el nieto de él y jefe de sus guardaespaldas, Raúl Rodríguez Castro (hijo de otra de las hijas del líder saliente, Débora, y su ex esposo, el general Luis Alberto Rodríguez, quien dirige unas mil empresas cubanas pertenecientes al complejo industrial-militar del país).
Raúl Castro con Díaz Canel
Aunque por ahora los Castro parecen querer evitar la impresión de que el régimen cubano es un asunto familiar donde el poder es heredado, no cabe duda de que no tienen planes de renunciar al poder acumulativo que sus dos patriarcas han desarrollado desde que terminara la Revolución, o que los Castro hayan continuado haciendo una gran demostración de la defensa del país contra sus enemigos ostensibles, tanto extranjeros como nacionales, a lo largo de su reinado increíblemente prolongado.
Fidel Castro dominó al país y a su gente durante más de medio siglo. De hecho, fue, en el mundo, el líder no monárquico que más tiempo gobernó en más de cien años. Cuando su salud comenzó a fallar, su hermano menor Raúl, que había sido su mano derecha política desde la revolución que los llevó al poder, tomó su lugar como jefe de estado, un cargo que el Castro más joven ha ejercido, tanto virtual como efectivamente durante la última década.
Raúl y Fidel con Ernesto "Che" Guevara durante la Revolución
Mientras que la propaganda revolucionaria del régimen Castro pinta una imagen de paraíso obrero marxista-leninista, con mayor frecuencia éste ha funcionado como una cruel dictadura. Muchos pensadores de izquierda, especialmente en América Latina, han defendido a los Castro mucho más allá de lo justificable porque Fidel y Raúl se han convertido en símbolos emblemáticos de la Revolución Cubana, que se considera como un levantamiento justo contra una otrora dictadura cruel, explotadora y corrupta. Pero más allá del valiente y astuto liderazgo de Fidel en la revolución como tal, y a pesar de los primeros esfuerzos de los Castro para reorganizar el país una vez que el régimen anterior había sido conquistado, es difícil no darse cuenta de que la dinastía Castro se ha convertido en lo mismo en contra de lo cual juraron librar una guerra: una dictadura de puño de hierro que ha reprimido y oprimido al pueblo cubano durante más de medio siglo.
Claramente, entonces, si bien se puede defender la Revolución Cubana como un triunfo del pueblo de esa nación sobre un régimen autoritario mantenido en el poder por las grandes empresas internacionales y el crimen organizado en detrimento de los derechos y de la prosperidad del pueblo cubano, hay poca diferencia entre venerar a los Castro y alabar a ex dictaduras igualmente crueles como las de Pinochet en Chile, Gadafi en Libia o Franco en España. Al igual que estos otros hombres fuertes, los Castro han utilizado la represión de la disidencia, las ejecuciones sumarias, la tortura y el encarcelamiento arbitrario como base de su "revolución". Pero de manera similar, las sanciones contra Cuba respaldadas por Estados Unidos que han atormentado a los Castro desde sus primeros años en el poder han sido, quizás, "lo correcto", pero por todas las razones equivocadas, ya que han sido más por venganza contra la nacionalización de los intereses empresariales estadounidenses y multinacionales que para presionar al régimen a iniciar una apertura democrática y respetar los derechos humanos de sus ciudadanos.
Los hermanos Castro, una dinastía de seis décadas
El acercamiento iniciado por la administración del ex presidente de los EEUU Barack Obama fue por todas las razones correctas, y proporcionó a los hermanos octogenarios una oportunidad de oro para terminar con gracia su régimen y anunciar una nueva era más progresista en Cuba. Es verdad que, con un Fidel más fundamentalista fuera del camino, Raúl Castro aprovechó esa oportunidad y comenzó a dar pequeños pasos hacia la reforma económica y social, proporcionando a los cubanos una mayor libertad de movimiento y algo más de libertad para iniciar sus propias pequeñas empresas comerciales, y el gobierno de EEUU simultáneamente levantó su prohibición de viajar a Cuba y algunas de sus restricciones al comercio con la nación insular. Pero las esperanzas de una mejora en las relaciones bilaterales, que habían comenzado a esbozar la llegada de una era más brillante para el pueblo cubano, se desvanecieron rápidamente en el primer año del gobierno de Donald Trump en Washington, lo cual ha provocado un nuevo endurecimiento de la postura del régimen Castro.
Nadie en el gobierno cubano más que Díaz Canel había demostrado tanto entusiasmo por la posibilidad de ampliar los lazos comerciales con el vecino más cercano y más rico de ese país. Y rápidamente comenzó a hablar sobre la necesidad de una reforma económica. Ahora, mientras toma el mando como cabeza visible del gobierno cubano (aunque no del régimen), es probable que tenga que esperar al final de la era de Trump en Washington antes de que pueda cumplir con plan alguno en ese sentido. Sólo entonces podrá relajar el control del gobierno sobre el pueblo cubano y reinsertar a su país en el lugar que le corresponde en el orden mundial.       
Mientras tanto, la única pregunta restante que Díaz Canel debería hacerse es si la llamada "revolución" bajo la influencia omnipresente de la que sigue viviendo el pueblo cubano, y que ha funcionado como autocracia de una sola familia desde que la Revolución real terminó, puede sobrevivir a la muerte de sus fundadores cínicamente carismáticos y fríamente despiadados. ¿O acaso los cubanos finalmente se levantarán y exigirán una apertura más democrática y el cumplimiento largamente esperado de las promesas de libertad, derechos e igualdad de la Revolución y sobre las cuales el régimen Castro ha hecho caso omiso durante las últimas seis décadas?


Comentarios

Entradas más populares de este blog

LA CONEXIÓN ERDOGAN

La intentona militar que padeció Turquía este mes no sólo sobresaltó a los ciudadanos de ese país, sino que también envió ondas expansivas a través del mundo occidental. Debido a su posición estratégica entre el Oriente y Occidente y a su alianza cada vez más tensa con las potencias occidentales, cualquier inestabilidad en Turquía gatilla alarmas en Europa y Estados Unidos, en particular en un momento como éste, cuando los aliados occidentales han puesto a la defensiva a Estado Islámico (ISIS) en el campo de batalla, pero cuando la red terrorista ultra islamista está cambiando las tácticas y fomentando que pequeñas células terroristas o asesinos solitarios se infiltren en las capitales occidentales y causen estragos. Recep Tayyip Erdogan Se cree que las causas del intento de golpe de estado no sólo fueron los avances autocráticos del Presidente Recep Tayyip Erdogan sobre el régimen democrático en Turquía, sino también los ataques llevados a cabo por ISIS en el corazón de la so

UNA CONMEMORACIÓN SIN BOMBOS NI PLATILLOS

Este mes marcó el centenario del Octubre Rojo, la Revolución Rusa que puso fin al imperio zarista y sentó las bases para la Unión Soviética. El extraño hecho de que Octubre Rojo se conmemora en noviembre (el 7 de noviembre para ser preciso) se debe a que, hasta el momento de la revolución, el Imperio ruso todavía usaba el calendario gregoriano, en lugar del calendario juliano de hoy, lo cual resulta en una brecha de 13 días. Pequeños grupos observan imágenes de la conmemoración en Moscú. Para los memoriosos entre nosotros que podemos recordar el apogeo del poder de la ex Unión Soviética y la típica celebración que se armaba en Rusia para marcar el aniversario de la revolución comunista de 1917, las ceremonias de este año para el 100° aniversario de la Revolución Rusa no podrían haber sido más anémicas. No hubo eventos oficiales planeados para recordar, para bien o para mal, lo que claramente fue un hito que cambió la vida en la historia de Rusia y, de hecho, en la del mundo.

BRINDO POR UN MUNDO MEJOR

Cuando joven, me creía un hippie. También me consideraba un artista. Era músico y pintor. Lo que me atraía no fue la cultura psicodélica de la droga que creció en torno al movimiento hippie, sino la filosofía del así llamado flower power sobre la base de la cual se fundó ese movimiento, lo cual creó una verdadera revolución cultural que se extendió por todo el mundo. Era una filosofía que promovía todo lo que debería ser la norma aceptada en el mundo: paz, armonía, empatía, cooperación. Por encima de todo, el amor. Los hippies eran vistos por el establishmen t como "muchachos locos". Pero el aprendizaje que el movimiento hippie dejó al mundo vino a través de su apertura de mentes de todas las edades, no sólo a la posibilidad, sino también a lo apropiado de su filosofía de amor y bondad. En ese contexto, no eran los hippies los que estaban "locos", sino el establishment , sociedades enfermas que promovían la guerra, la división, el racismo, la represión y la