Sería justo decir que la vida de Stephen Hawking fue un desafío permanente, monumental y todopoderoso. Y ese desafío vino acompañado de una enorme sensación de urgencia. Sería difícil encontrar una mente más curiosa y científicamente inquieta que la de Hawking, y el reto de cumplir y superar todos los desafíos que se propuso a sí mismo sólo fue eclipsado por una espada de Damocles que colgaba por un pelo sobre su cabeza a lo largo de toda su vida. A los veintiún años, los médicos le “dieron” tres años de vida. Desde entonces, y durante el medio siglo siguiente, se adueñó de los años que deseaba, pese a esa sentencia de muerte, e hizo que cada uno valiera en términos de cómo obsequió sus descubrimientos y conocimientos al mundo en general. Al momento de su muerte la semana pasada, a los 76 años de edad, Hawking estaba, literalmente, tan cerca como un humano podría llegar, a ser un cerebro inmensamente activo alojado en lo que se había convertido en un paquete casi completamente
El autor Roberto Vivo escribe sobre las guerras pasadas y presentes, sobre los grandes pacifistas de la historia y el camino hacia la paz global. Su filosofía resumida: En un mundo donde 9 de cada 10 víctimas en conflictos bélicos son civiles, la guerra no es una alternativa política válida. En realidad es el crimen supremo contra la humanidad. Si las nuevas generaciones tienen un futuro, la clave para alcanzarlo estará en la paz mundial. La guerra sólo conduce al exterminio.