Aquellos de nosotros que crecimos en las décadas de 1950 y 1960 recordamos, como si fuera ayer, el clima de la Guerra Fría entre la Unión Soviética (Rusia y su entonces imperio comunista) y Occidente, un clima oscuro en el que todos vivimos en el conocimiento aterrador de que las relaciones hostiles entre los gigantes nucleares del mundo podrían, en cualquier momento, desencadenar un holocausto nuclear capaz de acabar con la civilización tal como el mundo la conocía. De hecho, un escenario de guerra atómica podría, nos aseguraban, dar lugar a un “invierno nuclear” en el cual la humanidad sería una de las muchas especies que acabarían extinguidas. El planeta Tierra se volvería un ambiente hostil en el que sólo las más adaptables de las especies —las cucarachas y las ratas, nos decían— serían capaces de sobrevivir y dominar. Los defensores de la industria bélica siempre argumentaron que la mejor defensa era un buen ataque y que el mantenimiento de un “equilibrio nuclear” (es deci
El autor Roberto Vivo escribe sobre las guerras pasadas y presentes, sobre los grandes pacifistas de la historia y el camino hacia la paz global. Su filosofía resumida: En un mundo donde 9 de cada 10 víctimas en conflictos bélicos son civiles, la guerra no es una alternativa política válida. En realidad es el crimen supremo contra la humanidad. Si las nuevas generaciones tienen un futuro, la clave para alcanzarlo estará en la paz mundial. La guerra sólo conduce al exterminio.