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LA CONEXIÓN ERDOGAN


La intentona militar que padeció Turquía este mes no sólo sobresaltó a los ciudadanos de ese país, sino que también envió ondas expansivas a través del mundo occidental. Debido a su posición estratégica entre el Oriente y Occidente y a su alianza cada vez más tensa con las potencias occidentales, cualquier inestabilidad en Turquía gatilla alarmas en Europa y Estados Unidos, en particular en un momento como éste, cuando los aliados occidentales han puesto a la defensiva a Estado Islámico (ISIS) en el campo de batalla, pero cuando la red terrorista ultra islamista está cambiando las tácticas y fomentando que pequeñas células terroristas o asesinos solitarios se infiltren en las capitales occidentales y causen estragos.
Recep Tayyip Erdogan
Se cree que las causas del intento de golpe de estado no sólo fueron los avances autocráticos del Presidente Recep Tayyip Erdogan sobre el régimen democrático en Turquía, sino también los ataques llevados a cabo por ISIS en el corazón de la sociedad turca. La percepción entre muchos es que Turquía está pagando con sangre inocente por los pecados de Erdogan y sus compinches, que han caído en un juego peligroso al caminar por una especie de cuerda floja entre hacerse los aliados fieles de la OTAN al tiempo que el país oficia de tierra de nadie, haciendo la vista gorda a los combatientes de Estado Islámico que se deslizan ida y vuelta por sus fronteras como si fuera un colador y donde ISIS trafica libremente su petróleo mal habido.
Soldados arrestado y arracimados  después de la intentona.
El claro ganador, al menos por ahora, en el intento de golpe de estado del 15 de julio ha sido su pretendida víctima, el presidente Erdogan, quien, aunque elegido a ese cargo por voto popular en 2014, después de haber oficiado como primer ministro del país durante los  11 años anteriores, se ha tornado cada vez más autocrático. Después de sofocar el levantamiento militar mal planificado y malogrado, haciendo uso de movimientos de resistencia popular en las calles de las ciudades turcas y de las acciones de sectores leales, al parecer muy poderosos, dentro de las fuerzas armadas y de seguridad, Erdogan declaró que el intento de derrocamiento había sido “un regalo de Dios”, porque le permitiría “limpiar el Ejército” de elementos sediciosos. Y, en efecto, esa “limpieza”, en los últimos días, se convirtió en una cacería de brujas masiva en la que más de 50.000 personas han sido detenidas, despedidas o suspendidas, incluyendo a un tercio del mando superior de las Fuerzas Armadas —99 generales y almirantes— cerca de 3.000 jueces y miles de soldados y otro personal militar.
Fethullah Gülen: "Nada que ver."
Mientras tanto, el gobierno de Erdogan ha tratado de asignar una cara a la rebelión, culpando al moderado clérigo musulmán Fethullah Gülen, de 77 años de edad, quien ha vivido en un exilio auto impuesto en Estados Unidos desde 1999. El gobierno turco ha solicitado a Estados Unidos la extradición de Gülen. Pero mientras que el presidente norteamericano Barack Obama ha dejado en claro a Erdogan que EEUU apoya a la democracia turca y condena al golpe de estado, en relación con la solicitud de extradición, la administración de Obama ha comunicado al gobierno turco que la decisión de cumplir o no con el pedido no será de manera alguna “un proceso lograble del día a la noche”. Por su parte, Gülen salió inmediatamente a decir que no tenía nada que ver con el intento de golpe y que, en efecto, “condenaba y rechazaba” la rebelión militar “en los términos más enérgicos.”
Tanto Erdogan como los que dirigieron el golpe contra él dicen ser defensores de la democracia. En los golpes militares en todo el mundo a lo largo de la historia, esto no es nada nuevo: Es bastante común que los grupos armados afirmen que se están haciendo cargo de una nación en defensa de su constitución y de su pueblo. Pero muy a menudo, los golpes se ejercen contra democracias en plena función que se dirigen en direcciones que resultan inconvenientes para intereses económicamente poderosos que pactan con los militares. En este caso, sin embargo, la intentona fue dirigida contra un líder quien ha ido consolidando cada vez más poder personal desde hace algún tiempo y quien trata de obtener aún más todavía, mientras juega a quién pestañea primero con ISIS, poniendo suficiente presión sobre los terroristas internacionales como para, a duras penas, satisfacer a sus aliados de la OTAN, pero dándoles paso libre donde puede, como para dejar que ellos hagan parte del trabajo sucio contra su rival regional, Bashar al-Assad en Siria, y en contra de sus enemigos internos, los kurdos, a lo largo de la frontera con Turquía.
Al igual que Rusia, Erdogan busca —de manera no muy efectiva—convencer a Occidente, al que debe la fortaleza estratégica de su país— que su enemigo central es ISIS, cuando el eje principal de sus acciones militares se dirige contra los kurdos, aliados de Occidente en la lucha contra Estado Islámico. Largamente en conflicto con los kurdos turcos que reclaman autonomía, Erdogan ha aprovechado las presiones de Estados Unidos para que se uniera a la lucha contra ISIS, para no sólo atacar a ciertas posiciones de Estado Islámico —y permitir que EEUU use sus bases militares para hacer lo mismo— sino también para hostigar a combatientes kurdos en la frontera entre Siria y Turquía. Rusia, por su parte, ha asumido el rol de agregado independiente a los esfuerzos de una coalición internacional que lucha contra ISIS, mientras que su campaña en Siria se ha centrado, de hecho y en gran medida, en golpear a los rebeldes nacionalistas de ese país que se oponen tanto a ISIS como a la dictadura de Assad, férreo aliado este último de Moscú. En efecto, los aliados naturales del Oeste, los rebeldes nacionalistas sirios y los combatientes de la Peshmerga kurda —principal fuerza terrestre que frena el avance de ISIS y mantiene los territorios reconquistados a la organización terrorista— con frecuencia se encuentran bajo el ataque no sólo de Rusia, que está jugando su propio juego estratégico en el Medio Oriente, sino también de Turquía, supuesta aliada de Occidente, mientras se esfuerzan por combatir al enemigo común del Este y del Oeste, el llamado Califato del Estado Islámico.
Sin embargo, las devastadoras operaciones terroristas de reciente data dentro de las fronteras de Turquía, revelan que ISIS ha perdido su disposición a tolerar ni siquiera la más mínima acción militar turca en su contra para apaciguar a Occidente y ahora se dedica a aterrorizar a las ciudades turcas tal como lo haría a cualquier otra capital occidental.
Mustafá Kemal Ataturk
Visto como carismático hombre fuerte por muchos en su propio país, Erdogan fue capaz de explotar el sentimiento popular para sofocar el intento de golpe de este mes, en gran parte debido al perfil histórico de la democracia en Turquía: De hecho, fue un ex oficial del ejército, Mustafá Kemal Ataturk, quien formó la República de Turquía en la década de 1920. Llamado kemalismo, el sistema político que se estableció fue uno de nacionalismo democrático, estructurado sobre líneas estrictamente seculares.
Desde hace mucho, el ejército turco se ha considerado a sí mismo como guardián de la democracia (el carácter secular kemalista de la cual la ha hecho atractiva para el Oeste) y ha intervenido para derrocar a cuatro gobiernos turcos desde la década de 1960. Cada vez, las Fuerzas Armadas turcas han llevado, eventualmente, al país de vuelta a la democracia, pero en cada caso, con nuevas modificaciones y limitaciones. Al igual que lo que ocurrió en algunos países de América del Sur entre las décadas de los años cincuenta y setenta, la democracia turca se ha desarrollado con el permiso y bajo la sombra de sus militares. Erdogan ha sabido, aparentemente, explotar esa idiosincrasia turca como para amasar un poder cada vez mayor.
Es evidente que, pese a un apoyo popular muy extensivo, Erdogan representa un reto para la democracia turca y para el carácter laico de la misma. Es el líder de un partido islamista moderado y ha intentado reformar la educación de Turquía en torno a líneas islamistas. Ha patrocinado reformas para consolidar el poder presidencial y ha utilizado su creciente influencia para amordazar a la prensa e intimidar a sus opositores. Ahora intenta restablecer la pena de muerte en Turquía “en nombre del pueblo”, como para poder ejecutar legalmente a sus adversarios en el ejército y para aplastar la disidencia en otras bases de poder.
Apoyo popular pese a actitudes autocráticas. 
A pesar de este autocrático perfil político, sin embargo, al parecer —a la luz de la suerte que corrió esta última intentona— un amplio sector de la población civil y una proporción significativa de militares turcos actualmente prefieren el liderazgo de un hombre fuerte civil a un retorno al péndulo histórico que oscila entre golpes militares y gobiernos civiles débiles. Es probable que los líderes del golpe hayan sentido que con los recientes ataques perpetrados por ISIS en el corazón de Turquía  —incluyendo el ataque terrorista del mes pasado en un aeropuerto de Estambul que mató a 44 personas e hirió a 240 más— sería causa suficiente como para socavar la popularidad de Erdogan y la confianza en su capacidad para mantener la seguridad del país— y así permitir un golpe exitoso. Pero, obviamente, se equivocaron, y cayeron en el juego del presidente, a menos que el duro castigo que Erdogan impone a sus opositores golpistas incite a nuevos rebeliones en el seno de las Fuerzas Armadas.
Para Occidente, Turquía bajo Erdogan plantea una especie de dicotomía. De hecho, Turquía cuenta con membresía,  como aliado estratégico, en la OTAN y, como el anfitrión más grande del mundo para los refugiados de una Siria desgarrada por la guerra, por lo cual, ha logrado negociar miles de millones de euros en compensación con la Unión Europea, además de que se considere su petición para formar parte de la propia UE (aunque, desde el intento de golpe, Europa le ha advertido a Erdogan que si reinstaura la pena capital, la admisión de Turquía a la UE quedará fuera de la mesa de negociaciones. Pero Turquía es también un país que, bajo el gobierno de Erdogan, se aleja cada vez más de una democracia sana y secular, y sus acciones son, a menudo, caprichosas y difíciles de prever.
Para Occidente, una constante dicotomía...
Sin embargo, el factor que hace, más que cualquier otro, que la Turquía de Erdogan sea poco fiable es su ambivalencia con respecto a ISIS, curiosamente, el factor sobre el cual menos se habla en Occidente. En octubre de 2014, el vicepresidente estadounidense, Joe Biden afirmó a una audiencia de la Universidad de Harvard que el régimen de Erdogan estaba respaldando a ISIS con “cientos de millones de dólares y miles de toneladas de armas ...” Sin embargo, el vicepresidente más tarde se disculpó con el gobierno de Erdogan por el comentario, haciendo parecer que había hablado fuera de turno, cuando la verdad parece ser que EEUU necesitaba el permiso del presidente turco para utilizar una de las bases aéreas de su país para lanzar ataques aéreos contra posiciones de ISIS y la disculpa de Biden fue parte del trato.
Por otra parte, mientras que Turquía sigue siendo tratada como aliada occidental incuestionable, no es ningún secreto que ISIS ha comercializado mucho petróleo sin refinar de los yacimientos petrolíferos capturados por el grupo terrorista en Irak mediante el contrabandeo en Turquía, desde donde se envía a los compradores en otras partes del mundo —incluso, según informes, a los principales aliados de Estados Unidos, como un Japón petróleo dependiente. Estas ventas, por sí solas, han proporcionado a ISIS un constante ingreso diario de fondos que suman varios millones de dólares, con los cuales ha podido alimentar, vestir y armar a sus combatientes. Se habla menos aún de la relación supuestamente directa entre las operaciones de contrabandeo de petróleo de ISIS y la familia Erdogan. Ha habido informes de que el tercer hijo del presidente Erdogan, llamado Bilal —hombre de negocios formado en Harvard— quien encabeza uno de los grupos de transporte marítimo más importantes de Turquía, ha sido el principal exportador del crudo mal habido de ISIS, y, como tal, constituye un eslabón necesario en las operaciones de financiación del grupo terrorista internacional.

Todo esto parece explicar, en gran medida, cómo, incluso cuando el respaldo de ISIS proveniente de Arabia Saudita, y de otras fuentes del Medio Oriente consideradas como aliadas sagradas de EEUU, se han restringido al extremo, la organización terrorista sigue siendo bien financiada, pese a sus graves contratiempos en Irak y Siria (en gran parte gracias a los ataques aéreos y otros respaldos de la coalición anti ISIS liderada por Estados Unidos). En fin, si bien es cierto, como afirman los países occidentales, que derrotar a una organización terrorista muy organizada, muy motivada y altamente profesional como lo es ISIS será un proceso largo y difícil, no resulta menos cierto que el progreso en la guerra contra ese grupo terrorista se ha visto seriamente obstaculizado por la naturaleza hipócrita y la duplicidad del régimen cada vez más autocrático de Erdogan y por el disimulo de Occidente al proteger al hombre fuerte de Turquía, pese al daño que sus acciones han causado a la lucha por desbaratar, una vez por todas, a Estado Islámico.

Comentarios

  1. En serio crees que el "intento" de golpe de estado en Turquia no fue un verdadero y propio bluff inventado por el mismisimo Erdogan para trasformarse en el dictadocito que es hoy y transformar a Turquia en uno de los principales centros de radicalizacion fanatica del islamismo en el occidente hoy?
    Las medidas desde la pedofilica ley que autoriza al casamiento con menores de edad, al uso del velo obligatorio, al no permiso para salir del pais a autoridades universitarias profesores y cientificos, al encarcelamiento de 8mil opositores segundos despues que vueve a insediarse en el poder, etc etc etc son claros signos que este golpe fue un bluff y preparado por el mismo Erdogan para instalar en Turquia un goberno de facto, encubridor y finaciador del ISIS. La verdad, absolutamente asqueroso.

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  2. CREO QUE TODO FUE UN BLUF PARA DARLE RAZONES A ERDOGAN....

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  3. Roberto vivo es muy puntual en la filosofía descriptiva en este libro

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