Ratko Mladic |
El mes pasado el mundo fue testigo del resultado final de un juicio de
seis años bajo el derecho internacional humanitario que examinó los cargos
presentados contra el general del ejército popular yugoslavo Ratko Mladic
(conocido como el “Carnicero de Bosnia”), incluidos once cargos de delitos que
se ajustan a la definición de crímenes de lesa humanidad —genocidio, limpieza
étnica, crímenes de guerra— y descrito por el jefe del tribunal que lo declaró
culpable como “algunos de los más atroces (delitos) conocidos por la humanidad.”
La condena dictada en la causa (Fiscal v. Mladic) el 22 de noviembre determinó
que el ex general y ex jefe del estado mayor del Ejército de la República
Srpska era culpable de diez de esos cargos por los que fue condenado a cadena
perpetua. Los crímenes de lesa humanidad seguramente más importantes fueron la
infame ejecución sumaria bajo sus órdenes de entre 7.000 y 8.000 hombres y
niños en Srebrenica, y el asedio por su ejército a Sarajevo en el cual
perecieron 10.000 personas.
Mladic en el banquillo de los acusados |
La importancia de este y otros de los principales juicios relacionados
con las guerras yugoslavas y llevados a cabo en el contexto de la aplicación
del derecho humanitario internacional no puede exagerarse, especialmente si se
tiene en cuenta que los crímenes cometidos tuvieron lugar en el contexto de una
guerra llevada a cabo en Europa. En los últimos años, la justicia internacional
en general —y la Corte Penal Internacional (CPI) en particular— han sido
criticadas por centrarse en el mundo en desarrollo (mejor dicho, África) al tiempo
que permiten que Europa y Occidente se manejen como les parezca con respecto al
derecho humanitario. Pero la mayor cobertura mediática que han recibido el
juicio y la sentencia de Mladic ha sido tanto porque fue el último caso ante el
Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) como por la
naturaleza espectacularmente atroz de los crímenes cometidos. Se entiende que
cualquier supervisión residual y apelaciones en las causas presentadas ante el
TPIY serán manejadas desde ahora por el Mecanismo para los Tribunales Penales
Internacionales (MICT), establecido precisamente con ese propósito.
Tal vez valga la pena advertir que el derecho internacional
humanitario se encuentra, hasta cierto punto, socavado por la autoridad únicamente
muy parcial que las principales naciones en la ONU (los vencedores de la
Segunda Guerra Mundial más Alemania) están dispuestos a prestarle. Por ejemplo,
en lugar de que todos los crímenes de lesa humanidad entren bajo la
jurisdicción única de la Corte Penal Internacional (CPI), como parecería
lógico, la autoridad y la supervisión final se dividen entre una serie de tribunales
ad hoc que funcionan bajo sus propias Resoluciones del Consejo de Seguridad. El
tribunal que juzgó a Mladic, entonces, no fue la CPI bajo la autoridad del
Estatuto de Roma, firmado y ratificado por todos menos un puñado de países en
todo el mundo, sino el TPIY, especialmente convocado conforme a la Resolución
827 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada en 1993. Tampoco los
tribunales establecidos antes del Estatuto de Roma (adoptado en 1998 y vigente
desde el 2002) están bajo su jurisdicción general, en lo que debería ser una
especie de tribunal supremo mundial para los crímenes humanitarios.
Claro que estos tribunales especiales no son numerosos. De hecho, los
más específicos solo se han establecido en casos en que los abusos del derecho
humanitario han sido tan groseros e imposibles de ignorar que el Consejo de
Seguridad no ha tenido más remedio que buscar justicia como para mantener la reputación
de las Naciones Unidas como la organización número uno del mundo en cuanto al
mantenimiento de la paz. La primera instancia en este sentido, que constituyó
el precedente para gran parte del derecho internacional humanitario fueron los
Juicios de Núremberg establecidos para investigar y castigar los crímenes de
guerra cometidos por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. El
TPIY, el Tribunal Penal Internacional para Ruanda, la Corte Internacional de
Justicia (Corte Mundial) y la Corte Penal Internacional (CPI) podrían
considerarse como consecuencia directa de los Juicios de Núremberg y los
precedentes legales que estos establecieron para el derecho humanitario.
Dozens of bodies from among thousands murdered at Srebrenica |
Dicho esto, sin embargo, el TPIY ha llevado a cabo muy bien su
trabajo. Mientras que la causa de Mladic se ha convertido, tal vez, en el más
emblemático de los juicios y sentencias de las guerras yugoslavas, durante su
prolongada existencia el TPIY ha manejado un total de 111 causas y procesado a
161 personas, que van desde meros soldados hasta altos oficiales generales y figuras
políticas de alto rango, todos por su presunta participación en crímenes de guerra.
Más de una veintena de esas personas fueron absueltas, con tres de esas
absoluciones siendo finalmente anuladas y las causas enviadas nuevamente a
juicio. Un total de 90 fueron condenadas y sentenciadas y cumplieron sus
condenas (un total de 56) o murieron mientras estaban bajo custodia. Dieciséis
todavía cumplen sus condenas y un total de 13 individuos detenidos y llevados
ante el tribunal en La Haya fueron luego transferidos a tribunales en Bosnia y Herzegovina,
Croacia o Serbia.
Aunque la justicia internacional, en la figura del TPIY, ha recibido
grandes elogios de algunos sectores por su meticulosa e implacable
investigación de los crímenes cometidos durante las guerras yugoslavas en la
década de 1990, también ha sido objeto de considerable crítica. Es importante
señalar que gran parte de esa crítica proviene del hecho de que, para los
sobrevivientes de estos crímenes de lesa humanidad, sería difícil imaginar una
sentencia que pudiera considerarse retribución adecuada por el horror y las masivas
pérdidas humanas que sufrieron. Algunos observadores señalaron, de hecho, las
sentencias ejemplares dictadas en los Juicios de Núremberg después de la
Segunda Guerra Mundial, cuando una docena de prominentes criminales de guerra
nazis fueron sentenciados a morir ahorcados por sus crímenes de lesa humanidad.
La sentencia máxima en los juicios del TPIY, mientras tanto, fue “perpetua”,
como en el emblemático caso de Mladic. Sea como fuere, sin embargo, ha habido una
gran cantidad de derivados positivos logrados a través de la contribución a la
justicia internacional realizada por el TPIY.
Trump en el lado equivocado de la historia humanitaria. |
En primer lugar, el tribunal fue la encarnación del propósito del
derecho penal internacional: actuar cuando la justicia nacional no lo hace.
Después de las guerras yugoslavas, los fiscales de la ex Yugoslavia que
deberían haber investigado los crímenes de guerra cometidos durante ese período
se mostraron claramente reacios a abrir esa caja de Pandora, y su renuencia
rápidamente se convirtió en impunidad. Los juicios del TPIY terminaron
liderando un cambio de la impunidad por la rendición de cuentas después de las
guerras yugoslavas, y por la detención y juicio de algunos de los principales autores
de los crímenes de guerra cometidos durante esos conflictos relacionados entre
sí.
En segundo lugar, la naturaleza meticulosa de las investigaciones
llevadas a cabo y los exhaustivos testimonios escuchados tendían a separar los
hechos de las rígidas percepciones de las diferentes partes involucradas en los
conflictos. Por ejemplo, todavía hoy, muchos serbios de Bosnia ven a Mladic
como un héroe nacional y como defensor de su patria. Consideran que su juicio y
sentencia han sido una farsa basada en “las mentiras” de sus víctimas. Es
parecido a cómo, pese al abrumador cuerpo de evidencia por el contrario, los
negadores del Holocausto todavía hoy afirman que el genocidio histórico llevado
a cabo por los nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial es una mega
mentira inventada por los judíos. El establecimiento cuidadoso de pruebas
claras en los juicios del TPIY ha documentado la verdad con respecto a lo que
realmente sucediera en la ex Yugoslavia y ha grabado esa verdad en la historia.
Una tercera contribución es más bien de naturaleza legal y técnica.
Expertos jurídicos han señalado que los juicios del Tribunal Internacional para
la ex Yugoslavia han conseguido logros en el marco del derecho internacional. A
medida que se desarrollaban los juicios en torno a los crímenes de guerra en la
ex Yugoslavia, surgieron conceptos y precedentes del derecho penal
internacional que no habían sido examinados en un tribunal de justicia desde
los Juicios de Núremberg. Algunos de estos conceptos, entonces, fueron
revisados y ampliados como resultado de la acción judicial del TPIY.
En cuarto lugar, al actuar donde los fiscales locales no lo hicieran,
el tribunal internacional terminó imponiendo estándares legales internacionales
a los tribunales nacionales en los estados de la otrora Yugoslavia, los cuales,
luego, iniciaron acciones para juzgar otras instancias de crímenes de guerra,
proporcionando así un referente mundial para estos y todos los futuros juicios
por crímenes de guerra.
Mladic en las alturas sobre Sarajevo: otra matanza masiva |
Pero al final, tal vez el trabajo más importante realizado por el TPIY
al terminar con la impunidad fue proporcionar una voz y un foro para la
justicia a las miles de víctimas de los crímenes de guerra cometidos durante
las guerras yugoslavas de la década de 1990. La mejor muestra de esto es la
enorme cantidad de testigos a los que se les permitieron contar sus historias ante
el tribunal, durante el curso de los juicios contra quienes más tarde serían
condenados por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.
La narración y el registro de sus historias ante este tribunal altamente
específico ha hecho que las mismas formen parte de la memoria colectiva, y, por
lo tanto, las ha convertido en parte indeleble de la historia del derecho
internacional humanitario.
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